13/07/2013

Minisol, supermancha

El Sol se ve chiquito, pero estamos en medio del máximo del ciclo solar 24 y no escasean las supermanchas.

El Sol es increíblemente complejo. Para empezar, está tan caliente que no tiene una superficie sólida: lo que vemos como una "superficie" es una región brillante, la fotosfera, fluida pero diferente de todos los líquidos y gases que conocemos de la experiencia cotidiana. Calentada desde abajo (donde las temperaturas llegan a ser demencialmente altas) la fotosfera está a unos 5700°C. A esa temperatura muchos átomos se desintegran, perdiendo sus electrones. La materia se convierte en un fluido eléctrico, un plasma, cuyo movimiento resulta afectado por el campo magnético del Sol. A su vez, al moverse, este plasma genera su propio campo magnético, que se suma al de todo el Sol. El resultado de todo este merengue es una turbulencia incesante, con regiones donde el campo magnético se hace súper intenso, almacenando energía como si fuera un elástico tenso (el campo electromagnético es elástico, por eso sus perturbaciones se propagan en forma de ondas).

En estas imágenes tomadas por el Observatorio Solar Dinámico, que observa el Sol permanentemente desde el espacio, vemos una región de campo magnético intenso que apuntó hacia nosotros toda esta semana, denominada 1785. Abajo vemos la intensidad  del campo magnético (los verdes y azules son un signo y los amarillos y rojos son el contrario). En la imagen central, que es una foto en radiación ultravioleta, vemos cómo las regiones más intensas canalizan la entrada y la salida de unos prolijos rulos de plasma, que se enroscan por encima de la superficie. En el sitio del SDO pueden verse películas de cómo se mueven estos hilos, es hipnótico. La imagen de arriba es más parecida a lo que vemos a simple vista: las regiones de campo magnético más intenso son más oscuras. Son las manchas solares.

Esta mancha solar es tan gigante que pude verla a simple vista (con un filtro, naturalmente, ¡a nadie se le ocurra mirar al Sol directamente!). Con la cámara montada en el telescopio, y con un filtro especial, saqué unas fotos bastante razonables: una del disco solar entero y un primer plano de la supermancha. En ambas superpuse una imagen de la Tierra a escala, para que se vea la magnitud de estos fenómenos. Les doy un minuto para que se hagan la idea. Es el mundo entero, comparado con esas explosiones y erupciones sin pausa.

Mi filtro solar tiene unos 12 cm de diámetro. Montarlo delante de mi telescopio Schmidt-Cassegrain de 20 cm no resulta la mejor configuración óptica, ya que queda un anillo delgado alrededor de la obstrucción central del espejo secundario. Por eso las fotos no tienen mucha resolución. Pero en casa las queremos igual.

La fotosfera no es opaca, sino parcialmente transparente en sus cientos de kilómetros de espesor. Por eso la imagen del sol entero muestra un oscurecimiento hacia el borde, donde nuestra línea visual atraviesa una mayor cantidad de plasma. Advierto que mi imagen del Sol entero tiene además un casquete oscuro por arriba. Eso no está en el Sol, y no sé muy bien qué es. A simple vista no lo noté. Sospecho que es una sombra sobre el filtro, producida por mi improvisado sistema de sujeción. La próxima vez lo reviso. La foto no está girada, así es como vemos el Sol desde la latitud de Bariloche. El polo sur del Sol está arriba a la derecha de la imagen. Las manchas generalmente están todas a la misma latitud.

La región 1785, que apuntó hacia nosotros toda la semana, ahora se está extinguiendo al tiempo que se esconde detrás del limbo del Sol. Todavía tiene chances de liberar su energía almacenada en una erupción que expulse el plasma solar al espacio interplanetario. Cuando llegan a la Tierra, estas emisiones interactúan con nuestro propio campo magnético y atmósfera y producen las auroras polares.


Las primera imagen está compuesta con recortes del Solar Dynamic Observatory, y son de NASA/SDO. Las otras son mías, mías, mías.

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